El lugar tiene muy buena presencia, la decoración está bastante cuidada y el ambiente es agradable. De hecho al ver que éramos más de lo esperábamos nos cambiaron de mesa para que estuviésemos más cómodos, así que lo agradecimos. La pena es que tardaron bastante en tomarnos nota,cabía cuatro mesas llenas en el sitio, unas treinta personas en total, dos de ellas ya habían empezado a cenar cuando llegamos. Cuando por fin nos cogieron la nota tardaron todavía más en sacarnos la cena, los entrantes llegaron casi a la vez que la cena y llevábamos una hora solo con la cerveza delante. Cuando por fin empezaron a sacarnos los bocadillos, llevaban descontrol de de qué mesa era qué y aún tuvieron que preguntarnos si nos faltaban bocadillos o no. A pesar de la espera las croquetas que pedimos estaban buenas y además eran caseras. Los bocadillos tenían una pinta increíble, con mezclas de sabores que prometían, pero cometí el error de pedir uno con roquefort... y sólo sabía a roquefort, el bacon no se notó en ningún momento y además la cebolla estaba cocinada pero fría... Es una pena... creo que es un sitio con mucho potencial y agradable.